Soy un ser humano que sueña con la esperanza de un mundo mejor, uno en el cual los valores sean el estandarte de una vida de calidad. Creo firmemente que el aprendizaje de cualquier disciplina debe nacer del amor a la necesidad del conocimiento, no de la simple obligatoriedad. Como docente, amo profundamente mi actividad y busco una superación diaria, manteniendo siempre un balance entre los ámbitos profesionales, sociales y familiares. Soy una persona que siente, que ríe y que llora; que, como todos, tiene días muy buenos y otros de los que rescata lo más positivo para seguir adelante.
Con 25 años de trayectoria docente, mi labor se fundamenta en la conciencia de que la educación debe ser tanto científica como humanista para lograr la plena trascendencia del ser humano. Estoy convencido de que el desarrollo no reside únicamente en algoritmos matemáticos o postulados científicos, sino en una formación integral que abarque lo humano, social, emocional, psicológico y físico.
Impulsado por un espíritu alegre, proactivo y resiliente, me he mantenido en constante formación a través de programas de actualización pedagógica en instituciones como la UNAM y el IPN. Mi compromiso no termina en el aula; he participado en foros de análisis sobre corrientes filosóficas del aprendizaje y he desarrollado cursos de actualización para colegas, con el fin de compartir nuevas estrategias que nos permitan guiar con empatía y éxito el camino de nuestros alumnos.